jueves, 12 de noviembre de 2015

El águila que olvidó volar.


Este relato, cuyo autor es el gran escritor Anthony de Mello, nos invita a volar sin miedos, a disfrutar de la belleza de lo creado, a confiar en nuestras posibilidades y a desarrollar los dones que Dios nos ha dado. En definitiva, a seguir a Jesús en la figura de ese naturalista que confía en nosotros y que nos levanta pese a nuestras caídas.

Érase una vez un hombre que caminaba por el bosque, encontró un aguilucho, se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Un día un naturalista que pasaba por allí, le preguntó al propietario por qué razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrado en el corral con los pollos y gallinas.
Como le he dado la misma comida que a ellos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto no es un águila sino más bien una gallina.
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “ TÚ PERTENECES AL CIELO, NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin embargo estaba confusa: no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.


Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila al tejado de la casa y la animó diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA, ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos y gallinas.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, sacó el águila del corral y la llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y la animó diciéndole “ERES UN ÁGUILA Y PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS AVES Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacia el corral y hacia arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturalista la levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a templar y abrió lentamente las alas y finalmente, con un gesto triunfante, voló, alejándose hacia el cielo.


Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió mas vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como una gallina.
¡Pensemos unos minutos y contestémonos!

 
¿CUÁLES SON LOS COMPORTAMIENTOS QUE ME IMPIDEN SER ÁGUILA?

¿QUÉ NOS IMPIDE CRECER, QUE NOS DIFICULTA EL VUELO?




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